‘Tras el oro’. Dubai & Abu Dhabi

Dicen que las emociones son pensamientos inexplicables. Y es justo ahí donde yace mi escasez de unidades léxicas al sentarme a escribir sobre estos dos vastos emiratos: Dubai y Abu Dhabi.

Por: Manuela Torres (manuelitaporelmundo)

Todo lo que encontraba a mi paso era “lo más grande”, “lo más moderno”, “lo mejor diseñado”. Varios genios, movidos por el capitalismo de un poderoso jeque, se habían juntado para dar una vuelta alrededor del mundo, copiando lo mejor de cada parte. El Burj Khalifa: el rascacielos más alto construido por el ser humano. El mismo parecía no tener un final definido, por lo que cuando tu mirada lograba alcanzar sus 828 metros de altura, automáticamente se perdía entre el celeste cielo o pasaba a formar un punto más de esas miles de estrellas que cubrían nuestra cabeza cada noche.

Decidimos escapar del juego y perdernos en las afueras, donde ya nada era creado a imagen y semejanza de un hombre, sino de cientos. Así, llegamos a los reales zocos. El primero, hizo perfecta alusión a esta ciudad, rodeándonos de oro en cada rincón. Cuando nuestros ojos se vieron lo suficientemente encandilados, dieron paso a nuestra nariz, llevándonos hacia el zoco de las especies,  donde cada una de ellas tenía mejor aroma que la anterior.

Al día siguiente, quisimos escapar aún más lejos. Estábamos en un nuevo emirato. Nos encontrábamos en medio de Abu Dhabi, en la Mezquita más pulcra que se pueda encontrar en el mundo, en medio de una construcción terminada en 2007, que nos sorprendía en cada detalle. Por fuera, era una mezcla perfecta entre blanco y pureza; y su interior, era una mezcla de colores y figuras, combinadas sólo por los mejores diseñadores del mundo.

Era increíble cómo podía haber tantos detalles y colores dentro de una sola construcción, haciendo una combinación digna del edén.

“Cuando conozco a alguien, no me importa si es blanco, negro, judío o musulmán, me basta con saber que es un ser humano”, Walt whitman.

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