La hospitalidad de Tailandia, amable y cordial, unida a la sonrisa perenne de sus habitantes, convierte el viaje en una experiencia inolvidable que te dejará marcado.
Fundada en 1292, Chiang Mai es la principal ciudad del norte de Tailandia. Fue la capital de Lanna Thai (reino de un millón de campos de arroz) y bajo el reinado de Mangrail se convirtió en un centro importante del budismo “theravada”. Durante este período y el reinado consecutivo del rey Tilok se construyeron elegantes templos “wats” dentro de la entonces ciudad amurallada. Entre los siglos XIII y XVI se construyeron la casi totalidad de sus templos, llegando a tener casi tantos como Bangkok (a pesar de que esta ciudad es 45 veces más pequeña…).
Su población posee una de las identidades culturales más peculiares de Tailandia. Básicamente son campesinos y artesanos que tienen su propio dialecto, costumbres, festivales, tradiciones arquitectónicas, su propia artesanía indígena, bailes y una gastronomía diferente. La belleza de sus mujeres, los fantásticos paisajes y sus templos históricos, todos ellos exquisitamente conservados, son otros de los atractivos que cautivan. Sin duda, el templo Wat Phra That Doi Suthepes el más importante. Se encuentra a 15 km de la ciudad, sobresaliendo en una montaña cubierta de bosques a 3.520 pies sobre el nivel del mar. Se puede llegar hasta él a pie por una escalera naga de 290 peldaños o bien en funicular. Sus revestimientos dorados resplandecen con la luz del sol y su pagoda dorada guarda reliquias sagradas de buda. Es lugar de peregrinación de budistas de todo el mundo.
En los alrededores de la ciudad hay varias cascadas de agua, fácilmente accesibles, que ofrecen magníficas fotografías. La Catarata de Huai Kareocrea un ambiente delicioso para el relax. Entre árboles tropicales de muchas especies y bellas flores se encuentra la Catarata Moe Klong. Una de las más altas de Tailandia es la de Mae Ya, a 12 km del mercado de Chom Thong. Mae Sa, con ocho caídas de agua, está a 26 km de la ciudad, en un entorno de gigantescos árboles.
En un viaje por el norte también merece la pena visitar los diferentes pueblos de las tribus de las montañas. Los grupos principales, Meo, Yao, Akha, Lisu, Lawa y Karen, mantienen su propia cultura, lengua y creencias. La diferencia más notable entre ellos está en su forma de vestir. Las mujeres de las tribus muestran todas sus habilidades artesanales en la creación de sus ropas, con muchos bordados, tejidos originales y joyas de plata.
Tras polvorientas carreteras se puede llegar a Chiang Rai. Fundada en 1262 por el rey Men Rai, tiene fronteras muy definidas por la confluencia de los ríos Mekong y Ruak. Se trata de una región montañosa con numerosas tribus que todavía visten sus trajes tradicionales. Se la conoce como el “Triángulo de Oro” porque en ella convergen las tres fronteras.En todos los poblados que visité se podía comprar artesanía, desde muebles de teca y de madera rosa artísticamente tallados hasta figuras de decoración talladas en madera y un sinfín de adornos para el pelo. Artículos bordados en túnicas, chaquetas, bolsos y gorros. Chiang Rai es el centro principal de la industria de cerámica de Tailandia y Bo Sang es el pueblo de los paraguas sombrillas, auténtica industria en la cual desde hace 200 años las mujeres producen paraguas de algodón y sombrillas de papel que pintan a mano con diseños florales y de animales. Hay que destacar los tejidos de algodón y seda fabricados por la gente local en tradicionales telares de madera, con una gran variedad de colores lisos y brocados, con rayas y dibujos.Ya en la ciudad de Kanchanaburi se puede ver el ceremonial que se hace cada día cuando el tren cruza el puente. Se ha convertido en lugar de peregrinaje, tanto para los veteranos y los familiares de los que murieron como para los miles de turistas que visitan el lugar. Un museo que evoca y nos muestra episodios conmovedores de la II Guerra Mundial.
Dejando atrás la historia uno se puede adentrar en el Parque Nacional de Erawan, que abarca una extensión de 550 km². Es especialmente famoso por las Cataratas de Erawan, con una caída de 1.500 metros, fragmentadas en una serie de cascadas hasta un total de siete. Se puede acceder a pie pasando de una a la otra, pero la ascensión es muy empinada y requiere preparación para llegar a la última. Todas tienen nombres tan caprichosos como Alas de Mariposa.
En Bangkok es obligatorio visitar el Gran Palacio, con el Wat Phara Kareo. Esta casa del tesoro del arte tailandés alberga el Buda Esmeralda, la imagen más venerada de Buda. Desde allí se puede llegar caminando al templo del Buba Reclinado, el Wat Pho, que además de ser el primer centro de educación pública es famoso porque en él se dan masajes thai y se imparten clases.
Por la autopista elevada se puede viajar a la cercana Pattaya, a 147 km de Bangkok. La ciudad ha crecido tanto que no queda rastro de sus antiguas calles sin empedrar. La parte central de la playa es el lugar principal de compras y restaurantes, y allí se concentra toda la actividad nocturna. El teleférico de la playa de Jomtien asciende hasta el edificio Pattaya Park Tower, de 240 metros de altura y con un original restaurante giratorio.
Escenarios “de cine”
Merece la pena volar hasta Krabi, ubicada a lo largo de una extensa costa que incluye numerosas islas tropicales y diversas playas y bahías muy conocidas; la mayoría de ellas son parques nacionales protegidos. Entre las principales islas se encuentran las Phi Phi, famosas porque su Maya Beach fue el set de la película La Bahía, interpretada por Leonardo di Caprio. Sus playas de arena blanca son frecuentemente visitadas por turistas que llegan a bordo de las típicas embarcaciones locales “long-tail boats”.
Desde Krabi también se puede ir hasta la bahía de Phang-Nga, una maravilla de la naturaleza rodeada de surrealistas formaciones calcáreas que surgen del mar; algunas llegan hasta los 300 metros. Es parada obligatoria la Isla donde se rodó la película de James Bond El hombre de las pistolas de oro. Ko Tapu (o “isla clavo”) es el nombre que le ha quedado después del rodaje.