Baleares, tierra y mar se unen en un crisol de cultura, ocio y gastronomía para dotar a estar tierras de una gran belleza, apostando por la calidad y la preservación de su entorno natural, donde los millones de visitantes que recibe al año pueden encontrar ese espacio íntimo y especial que llevarse consigo de vuelta al hogar: un pedacito de alma balear que les recordará las sensaciones vividas y que, por supuesto, les hará volver.
El conjunto de paradisíacas islas, que se divide en Gimnesias (Mallorca, Menorca y Cabrera) en el norte y las Pitiusas (Ibiza y Formentera) en el sur-oeste, goza de un clima espectacular con días de sol casi todos los días del año, playas de ensueño, una variada y diversa oferta cultural y turística, y unos habitantes que sin duda harán que tu visita sea mucho más agradable. Hablamos de uno de los destinos nacionales preferidos, y donde se conjugan sensaciones únicas practicando actividades como senderismo, golf, cicloturismo o actividades náuticas entre otras tantas propuestas, por lo que no es de extrañar que tanto aventureros como enamorados de esta tierra hayan decidido quedarse aquí de manera permanente.
Senderismo
Las Islas Baleares gozan de una tradición montañera que, de algún modo, tiene origen en el Archiduque Luis Salvador de Austria o “S’Arxiduc”, quien introdujo la visión apasionada por el paisaje y que, en nuestros días, sigue presente por el cuidado y la preservación de la naturaleza insular.
Entre la gran cantidad de posibilidades heterogéneas que nos ofrece Mallorca para el caminante aventurero destaca la extensa sierra de Tramuntana, declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 2011, y el mejor mirador desde el que se otea el archipiélago balear, un lugar de célebre belleza donde disfrutar de los mejores amaneceres y atardeceres para los más románticos. Igualmente esta sierra cuenta con uno de los senderos señalizados más largos de las Baleares, la ruta de “Pedra en Sec” (GR 221), cruzando la formación montañosa de extremo a extremo desde Andratx hasta Pollença, y donde podremos unirnos con la naturaleza, respirar aire puro y disfrutar de la mejor compañía, así como enlazar con antiguos caminos, muchos de ellos hechos de piedra en seco. La Serra de Tramuntana, con 90 kilómetros de longitud da cobijo a veinte fascinantes municipios, así como a picos como el Puig Major y el Massanella, los puntos más altos de la isla con 1.400 metros de altitud, y a otros ocho picos más que, aunque superen los 1.000 metros, no presentan dificultades para los excursionistas medianamente entrenados que decidan ascender por ellos. Igualmente durante nuestra visita por la Serra de Tramuntana podremos encontrarnos con olivos mallorquines – también conocidos como los ‘milenarios centinelas de la isla’-, bancales –terrenos agrícolas situados en superficies con una fuerte pendiente-, y acantilados con vistas al mar.
Al sur de la isla de Mallorca se encuentra el único Parque Nacional-Marítimo Terrestre. Hablamos de Cabrera, un enclave perfecto donde disfrutar de uno de los paisajes más llamativos de las Baleares y donde poder maravillarse de las atractivas puestas de sol. La única manera de llegar a este recóndito parque es a través de un barco que te lleva desde Colónia de Sant Jordi (“Ses Salines”) hasta el puerto de Cabrera Gran –el islote de mayor tamaño-, o bien mediante un barco privado, siempre y cuando se hayan solicitado previamente los permisos de navegación y fondeo. Al igual que el resto de islas, Cabrera cuenta con diferentes caminos y senderos para recorrerla de punto a punto, visitar calas y llegar hasta fascinantes emplazamientos como el castillo y su mirador.
Para los amantes de “La vuelta al mundo en ochenta días”, Baleares también tiene una sorpresa bajo la manga que te hará sonreír y disfrutar de los viajes como Phileas Fogg. Una vuelta de 360º por Menorca a través del recorrido que transita a lo largo de la costa, conocido como el “Camí de Cavalls”(GR 223): un sendero de Gran Recorrido que da una vuelta alrededor de la isla y que nos hará disfrutar de la gran riqueza geológica y paisajística de la isla. Aquellos que se decidan por recorrer esta antigua línea defensiva podrán disfrutar libremente de este trayecto, al completo o por tramos -igualmente satisfactorios a la hora de disfrutar del paisaje menorquín-.
El senderismo también recobra especial viveza en dos islas espectaculares como las hermanas Ibiza y Formentera, dos islas adyacentes con grandes posibilidades para los aventureros. Aunque estos dos puntos tengan terrenos más llanos que la isla mayor (Mallorca), los paisajes variados de ambas islas pitiusas, y su valor ecológico y etnológico, nos ofrecen un paisaje atractivo de principio a fin terrenal. Una de las ascensiones más elevadas y agradecidas de Ibiza -475m- es la del pueblo de Sant Josep a sa Talaia y, Bale.
Baleares, referencia natural
La gran cantidad de Parques Naturales, de espacios protegidos y de gran valor -prácticamente toda su superficie-, consiguen que las experiencias se conviertan en inolvidables y las emociones en irremplazables. Nos adentramos en un territorio de tranquilidad con una gran variedad de llenos de contrastes.
A tan sólo 15 kilómetros de la costa mallorquina nos encontramos con el preciado y respetado archipiélago de Cabrera, el único Parque Nacional-Marítimo Terrestre y uno de los mejores ecosistemas insulares no alterados del Mediterráneo español, formado por 18 islotes que tienen a Illa des Conills y Cabrera Gran como las superficies más grandes. Uno de los motivos para haberlo declarado como Parque Nacional es gracias a la fauna del lugar, una relevante biodiversidad presente en las islas que puede reconocerse fácilmente por las 11 llamativas subespecies de lagartija balear, aves marinas y rapaces, y unos fondos marinos espectaculares.
Fauna y flora se dan la mano en un espacio único de merecida y obligada visita. Hablamos de la zona húmeda de mayor superficie al nordeste de Mallorca, la Albufera. Este espacio constituye un Parque Natural con un valor ecológico de especial relevancia debido, en gran parte, por la altísima biodiversidad que alberga y por ser un sitio de nidificación de aves migratorias, así como por la veta de duna litoral que da lugar a una de las playas más valoradas y bellas de la isla, la playa de Alcudia, que actúa como barrera entre el mar y la zona anegada.
Declarada por la UNESCO como Reserva de la Biosfera, nos encontramos con la tranquila y apacible isla de Menorca. En ella podemos disfrutar de parajes como el Parque Natural de s’Albufera des Grau, la zona húmeda de mayor interés de la isla y un punto de especial interés a nivel nacional. Para los aficionados al avistamiento de aves, Baleares sabe dar respuesta al placer que da sentirse un expedicionario: a 200 metros de la costa se puede ver la “Illa d’en Colom”, refugio de aves marinas y lugar esculpido por el viento, donde esos curiosos aventureros de los prismáticos podrán sacar su potencial y disfrutar de las distintas especies de aves presentes en este enclave natural. Otro lugar y no menos relevante, marcado por una punta rocosa costera, es el Cap de Favaritx, presidido por un faro de 1922.
De importante valor ecológico nos encontramos con el colorido y de riqueza visual Parque Natural de Ses Salines. De ahí que nos refiramos a Ibiza y Formentera como islas hermanas, ya que comparten este Parque Natural que ostenta gran relevancia a causa del equilibrio entre la actividad humana y la naturaleza, como es la extracción de sal desde tiempos remotos. Esta área está formada por impresionantes zonas húmedas, playas de arena blanca y fina, verdes sabinas, frondosos pinos y estanques salineros. A su vera e igualmente de vital importancia se encuentran las reservas naturales de Es Vedra y Es Vedranell y los islotes de Poniente.
Ideal para los amantes de la bici
Ardua actividad para algunos y confortable para otros, el turismo de bicicleta o ‘cicloturismo’ es una vía que te invita a indagar por algunas de las vertientes más escondidas de estas tierras. Hablamos de un deporte o actividad que se puede llevar a cabo a lo largo de todo el año debido a las estupendas temperaturas.
Si hay una isla que ostente el mayor kilometraje de trayectos amplios y caminos rurales para aquellos que disfruten con la velocidad y la resistencia del viento al pedalear es sin duda la isla de Mallorca, con 1250 kilómetros de carreteras (700 kilómetros de caminos y carreteras de segundo orden). Una telaraña de caminos que une de una manera precisa pueblos y ciudades, tanto de alta como de baja montaña, ofreciéndonos sacar músculo en los tramos difíciles y brindándonos con el frescor de un refrescante baño marino entre recorridos costeros.
Los que prefieran un paisaje más ondulado y no tan agreste en ocasiones como el de Mallorca, aquellos que prefieran retar más a la resistencia y contemplar de manera más sosegada los maravillosos paisajes de las Baleares, Menorca es su destino. La isla proporciona magníficos itinerarios para recorrerlos en bicicleta. En la actualidad cuenta con 21 trazados perfectamente señalados que transcurren por hermosas zonas rurales y que te harán descubrir rincones sorprendentes a lo largo de la ínsula.
Isla de bicicletas, Formentera se erige en lo alto debido a su ramificada extensión de rutas no sólo por la calidad de sus itinerarios, sino porque que para muchos visitantes de la isla es su único medio de transporte –a elección- durante su estancia. Con 82 kilómetros cuadrados, la isla contiene 19 recorridos pertenecientes a una red de rutas denominada “Circuitos Verdes” que permite recorrer en bici las principales zonas de relevancia paisajística de la isla.
Descubrir el incomparable entorno natural de Ibiza sobre dos ruedas es una de las mejores maneras de disfrutar la isla, tanto por los paisajes emblemáticos de la costa como los del interior, parajes y pueblos blancos que convertirán el deporte en un placer que repetir a menudo. La bicicleta se convertirá en tu mejor aliado por comodidad, disfrute y respeto por el medio ambiente para realizar rutas como la de Es Camp Vell, Es Porquet o la de Es Plans.
De green en green: un mundo de golf
Las Islas Baleares cuentan con una increíble oferta para el turista de golf. Sus agradables temperaturas durante todo el año, su perfecta combinación con el entorno natural y unas completas infraestructuras son la razón fundamental por la que cada año miles de golfistas visitan Baleares para la práctica de su deporte favorito. De los 26 campos de golf que hay en las Islas, 24 se encuentran en Mallorca, mientras que Menorca e Ibiza tienen uno cada una.
Los termómetros dictan y el ‘mercurio no engaña’. Si eres un apasionado del golf y quieres poder disfrutar de tu deporte favorito, las Islas Baleares con su temperatura media de 18ºC se convierten en la mejor elección para la práctica de este deporte. Con unas instalaciones a la última que siguen un escrupuloso respeto por el medio ambiente, Mallorca se han convertido en referente como destino de golf gracias no sólo a la calidad de sus campos, sino también porque cuentan con una amplia oferta de alojamiento turístico especializado que satisface las necesidades de los jugadores; desde realizar reservas, alquiler de equipos o incluso tratamientos de spa después de una larga jornada de golf.
Nos es de extrañar que las islas se conviertan en el destino favorito por muchos turistas año tras año. Menorca cuenta con el Club de Golf Son Parc, el único de la isla, y con 18 hoyos para disfrutar de este deporte en plena naturaleza.
Ibiza, ese ansiado lugar vacacional por tantos también sabe sacar provecho de los deportes de tierra. La exclusividad y la belleza de la isla se pueden disfrutar realizando este deporte ‘top’ en el Club de Golf Ibiza, donde se puede disfrutar del clima y el paisaje ibicenco en su máximo exponente.
Turismo náutico
El mar te muestra una nueva perspectiva desde la que conocer las Islas Baleares. Con unas aguas apacibles que invitan a sumergirte y experimentar la gran cantidad de actividades que puedes realizar en ellas, el archipiélago Balear está volcado irresistiblemente al mar. Con 1.428 kilómetros de costa, 50 puertos y casi 20.000 amarres, las Islas Baleares se caracterizan por ser un epicentro de competiciones de vela, y de otras innumerables opciones para el turismo náutico entre puertos, radas y calas.
Llegando a ser uno de los tesoros mejor guardados del mar Mediterráneo, Mallorca, ejemplo de diversidad en sus costas, constituye una delicia para los sentidos. La isla toma el mar como aliado y saca provecho del turismo náutico, mejorando las infraestructuras y equipamientos día a día lo que le ha llevado a convertirse en un referente para el turismo náutico a escala internacional. A parte del Puerto de Palma, cabe destacar importantes puertos deportivos como Puerto Portals, el Real Club Náutico de Palma o Port Adriano.
Objeto de deseo, codiciado por muchos y realizado por tantos otros; el turismo náutico también se ha sabido desarrollar en Menorca, donde se nos ofrece lo mejor del ambiente náutico, desde deportes de aventura como el windsurf, padelsurf o el esquí náutico, hasta submarinismo, el kayaking o la vela.
En Ibiza existe una combinación de servicios terrestres y marinos, y con unas instalaciones a la última y cuidadas al detalle, como la Estación Náutica “Santa Eulària d’es Riu”. Asimismo, la Estación Náutica Sant Antoni y Sant Josep ofrecen al visitante la innovadora forma de descubrir la isla combinando deportes y actividades, que se complementan en contacto con el mar y la naturaleza sacando lo mejor de ambos medios.
Si hablamos de tranquilas y radiantes aguas en el litoral, de arena blanca, muelles y embarcaderos de ensueño, paisajes de postal y rincones de los que enamorarse, hablamos de Formentera. Donde todas estas cualidades reunidas permiten la realización de numerosos deportes náuticos, como por ejemplo el submarinismo. Es en esta isla donde los buceadores encuentran un auténtico paraíso de aguas cristalinas, con gran visibilidad, y fondos marinos de increíble belleza.
Cultura insular
El patrimonio balear, formado por elementos de la naturaleza (paisajes y vegetación), historia (restos arqueológicos y construcciones más recientes) y sociedad (tradición y cultura popular), da lugar al referente territorial y cultural que hoy en día nos brinda regalos como la catedral de Mallorca, las fiestas de Sant Joan, las taules de Menorca, y las murallas y el casco antiguo de Dalt Vila en Ibiza –reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO-, entre otros.
Adentrarse en la historia de Mallorca significa sacar el mejor partido de la visita insular, ya que civilizaciones megalíticas, de romanos, vándalos, bizantinos y musulmanes, a parte de la cristiana, han dejado su mejor huella moldeando la isla; significa conocer sus culturas y contemplar los palacios y casas señoriales del casco antiguo de Palma, visitar los museos, monumentos y restos arqueológicos así como escuchar las piezas musicales más emblemáticas como las Matines del Santuario de Lluc y las de la Catedral de Mallorca. Pasear por las calles quiere decir disfrutar con la vista: los patios góticos, barrocos o renacentistas del centro histórico de Palma son una de las características más llamativas de la ciudad. Respecto a la artesanía se puede decir que la piel y el calzado son los productos más buscados, y junto a ellas y de igual importancia, la ‘tela de llengües’-típicas telas mallorquinas de formas geométricas simples-, los ‘siurells’ –figurillas de barro con un silbato adosado- , el vidrio soplado o las perlas de Manacor.
Las diferentes culturas, la presencia de sepulcros megalíticos, cuevas de enterramiento o navetas funerarias tienen convergencia en Menorca, y especialmente en la naveta de Es Tudons, dado que todas estas originales peculiaridades dan a la isla un carácter de museo al aire libre. La isla igualmente es la cuna de la cultura talayótica, por lo que podemos visitar los ‘talayots’ –construcciones realizadas con piedras que forman estructuras a manera de torre-. Esta rico legado la ha candidata al título de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2016.
Entre los productos artesanales más preciados y buscados de la isla nos encontramos con las ‘avarques’, un calzado típico insularDesde Mahón, la capital insular nos podremos trasladar a Binibeca, un pueblo de pescadores y casas blancas, así como visitar el Monte Toro, la cima de Menorca y el Faro Favàritx. La segunda ciudad de la isla, Ciutadella, nos ofrece la oportunidad de disfrutar de hermosos paseos por su núcleo urbano.
La simbología de los cantos y bailes de la cultura popular cobran especial importancia llenando de vida y color las islas de Ibiza y Formentera, así como la curiosa y asombrosa particularidad de los instrumentos con los que se tocan, como las “castanyoles” de madera, los tambores, las flautas, y las “xeremies” de cañas entre otros. Productos que son elaborados de forma totalmente artesanal utilizando con mimo materias primas exclusivamente autóctonas. En el caso de Ibiza llama especialmente la atención el barrio de Sa Penya y el característicamente mediterráneo de La Marina, así como entre sus productos artesanales no hay que olvidar las conocidas alpargatas de esparto y la moda ‘Adlib’, reconocida internacionalmente por ser un estilo de vestir típicamente ligado a la isla.
La arraigada cultura de Formentera está marcada por un carácter marinero acentuado por reducido territorio que posee la isla. Las dificultades que la tierra ha ocasionado al campesino quedan recogidas en forma de exposición permanente en el Museo Etnológico. El Faro de la Mola, el más antiguo de la isla, tiene un gran reconocimiento aparte de por su esplendor por haber salido en una de las escenas más famosas de la película española “Lucía y el sexo”.
Para todos los paladares
La cocina balear forma parte del espíritu cultural como pueblo y sociedad. Pasado y presente siguen unidos dando lugar a una gastronomía exquisita, variada y de diferentes procedencias, elaborada y tradicional, dando forma a un crisol de sensaciones para el paladar.
La importancia que se le da a la gastronomía en las Islas Baleares viene precedida de diferentes culturas y de una tradición con mimo en la preparación de los productos que son conocidos a nivel internacional. No es de extrañar por ello que la isla de Mallorca cuente ya con siete estrellas Michelín, de las cuales cinco se han mantenido de una edición a otra, y dos nuevas que se le han otorgado a finales del 2014. La isla de Formentera también ha sido galardonada con otra estrella de la guía turística.
La variedad de los productos gastronómicos en Mallorca es una de las señas identificativas de la isla, ofreciéndonos productos como la deliciosa ensaimada, con relleno o sin él; el frit mallorquí, las ricas sopas mallorquinas, un plato muy sano y sencillo con productos de huerta; la jugosa leche de almendra; los dulces bunyols o ‘buñuelos de patata o boniato’ entre otros; el exquisito licor de naranjas de Sóller; y la admirada sobrasada, uno de los embutidos más famosos de la isla, aunque se elabora en todo el archipiélago balear. Si tan sólo se trata de comer un tentempié, nos brinda con las deleitosas cocas de verdura, los cocarrois, las empanadas, y las rebanadas de ‘pa amb oli’.
La cocinas francesa, medieval, islámica y la catalana convergen para dar a luz la excelente gastronomía de Menorca, aportando recetas al mundo como la afamada y representativa salsa de todas nuestras cocinas y mesas, la salsa mahonesa. La isla nos ofrece productos como el Gin Xoriguer, la ginebra menorquina más popular y de reconocimiento nacional; el queso mahonés realizado con leche de vaca; la suculenta caldereta de langosta, los licores de Menorca y el licor de rosas –muy típico en bautizos- que inundarán tu boca de sabores; los espolvoreados pastissets, pastas con forma de flor de cinco pétalos; y los carquinyols, dulces de pasta seca crujiente con almendras.
Ibiza realiza a la perfección un guiso entre cultura e historia insular, un abanico de productos como el ‘guisat de peix ‘y ‘peix sec’, plato típico de pescado; la ‘borrida de Rajada’ o guisado de raya; ‘orelletes’, un dulce con forma de oreja; ‘Tonyina a l’eivissenca’ o atún a la ibicenca; y la Salsa de Nadal, un símbolo de las Navidades ibicencas. Para chuparse los dedos.
Para terminar con un final dulce, el “gató”, una tarta de almendra acompaña los helados artesanales; la tarta de requesón; los “flaors” ibicencos; las cocas de albaricoque o melocotón; las duquesas, los robiols y los crespells. Y un buen queso menorquín para acabar de chuparse los dedos.
Como viene siendo desde antaño y con especial cuidado y detalle por el buen gusto, Formentera comparte con Ibiza la tradición gastronómica. Ambas islas han sabido aprovechar los productos de mar para dar a luz una imponente y deleitosa manera de preparar sus manjares. La isla tiene productos como la Salsa Mossona, la salsa de la Navidad; la sal líquida, elaborada en las salinas; ‘espardenya’, un marisco muy cotizado en los restaurantes; pescados al horno y a la plancha como el ‘guisat de peix’ o el ‘peix sec’, dos de las recetas más tradicionales; calderetas y arroces.
Por último, y no menos relevante, hay que mencionar la bebida de los dioses y romanos, un manjar que tan sólo puede hacerle competencia al oro líquido. Nos referimos al vino y, en especial, al vino insular que en Baleares cuenta con dos Denominaciones de Origen: Binissalem y Pla i Llevant. Otro modo de conocer las islas es a través de sus numerosas bodegas –algunas de ellas se pueden visitar-, que empujan año tras año la producción de vino en todo el archipiélago, surgiendo una explosión vitivinícola en los últimos 20 años gracias, sobre todo, a que la diferencia entre islas y su distinta orografía han permitido una diversidad de uvas y vinos, aunque la ‘manto negro’ endémica es la más reconocida. A pesar te realizar una producción limitada una gran parte de ésta se exporta a todo al extranjero: principalmente Europa y Norteamérica.
Las Islas Baleares también cuentan con productos gastronómicos relevantes con Denominaciones de Origen Protegidas, siendo estas el aceite de Mallorca, el queso de Mahón (Menorca) y la oliva de Mallorca; y con Indicaciones Geográficas Protegidas como son la sobrasada, la ensaimada y la almendra de Mallorca. Todos estos productos podemos encontrarlos preparados con una mimada elaboración en la extensa y variada oferta de restaurantes de las islas, entre los que destacan los ‘cellers’ -restaurantes de comida autóctona-.
Las Islas Baleares ofrecen la posibilidad de realizar infinidad de actividades, vivir un sinfín de experiencias, y todo ello en un entorno paisajístico que le ha otorgado un reconocimiento internacional. Es por ello que en cualquier época del año, sin duda, son un lugar que debes visitar.