Descubre la espectacular Alhambra de Granada

La Alhambra es el mayor conjunto de palacios, adarves y fortalezas que la arquitectura islámica ha dejado en Occidente, esta maravillosa obra de arte bien merece una visita.

Con la conquista de Granada, último baluarte musulmán en la península ibérica se dio por concluida la reconquista y acabó de fraguarse la integración de los reinos cristianos. El Reino nazarí de Granada gestó su grandeza en los siglos XIII y XIV, cuando su capital se convirtió en una de las ciudades más hermosas de todo occidente. Los reyes nazaritas engrandecieron su capital levantando palacios de ensueño. Con el conjunto de La Alhambra se alcanza una cota inigualable del arte y la arquitectura musulmana.

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El conjunto de edificios de La Alhambra fue Palacio, ciudadela y fortaleza, residencia de los sultanes Nazaríes y de los altos funcionarios, servidores de la corte y soldados de élite, se denomina de este modo por sus muros de color rojizo («qa’lat al-Hamra'», Castillo Rojo), está situada en lo alto de la colina de al- Sabika, en la margen izquierda del río Darro, al este de la ciudad, frente a los barrios del Albaicín y de la Alcazaba.

Para apreciar los valores arquitectónicos y paisajísticos de la Alhambra es aconsejable acercarse al barrio del Albaicín (Mirador de San Nicolás), o al Sacromonte. Desde ellos puede percibirse la espectacular relación de la Alhambra con el territorio y la ciudad de Granada.

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Su posición estratégica, desde la que se domina toda la ciudad y la vega granadina, hace pensar que existían construcciones anteriores a la llegada de los musulmanes. Su conjunto, completamente amurallado, posee una forma irregular limitado al norte por el valle del Darro, al sur por el de la al-Sabika, y al este por la Cuesta del Rey Chico, que a su vez la separan del Albaicín y del Generalife, situado en el cerro del Sol.

Se tiene constancia por primera vez de ella en el siglo IX, cuando en 889 Sawwar ben Hamdun tuvo que refugiarse en la Alcazaba y repararla para su defensa debido a las luchas civiles que azotaban por entonces al Califato cor-dobés, al que pertenecía Granada.Posteriormente, este recinto empezó a ensancharse y a poblarse, aunque no hasta lo que sería con posterioridad, ya que los primeros monarcas ziríes fijaron su residencia en lo que posteriormente sería el Albaicín.

A pesar de la incorporación del castillo de la Alhambra al recinto amurallado de la ciudad en el siglo XI, lo que la convirtió en una fortaleza militar desde la que se dominaba toda la ciudad, no sería hasta el siglo XIII con la llegada del primer monarca nazarí, Mohamed ben Al- Hamar (Mohamed I, 1238-1273) cuando se fijaría la residencia real en La Alhambra. Este hecho marcó el inicio de su época de mayor esplendor.

A Yúsuf I (1333-1353) y Mohamed V (1353-1391) les debemos la inmensa mayoría de las construcciones de la Alhambra que han llegado a nuestra época. Desde la reforma de la Alcazaba y los palacios, pasando por la ampliación del recinto amurallado, la Puerta de la Justicia, la ampliación y decoración de las torres, construcción de los Baños y el Cuarto de Comares, la Sala de la Barca, hasta el Patio de los Leones y sus dependencias anexas. De los reyes nazaríes posteriores no se conserva prácticamente nada.

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La arquitectura nazarí constituye el final de una época de esplendor que comenzó en la Córdoba de los Omeyas en el siglo VIII. Esta arquitectura no se vería muy influenciada por los arquitectos que desarrollaron la mezquita cordobesa, muy anterior a la Alhambra, aunque sí presenta algunos de los elementos típicos de la arquitectura andalusí, como el arco de herradura con alfiz (marco amplio cuadrado en el que se envuelve al arco), las albanegras (enjuta de arco de forma triangular), además de elementos propios como el capitel de las columnas de la Alhambra.

A pesar de tener prohibido el arte musulmán la representación de figuras, los temas de decoración en la Alhambra son muy variados. Se utiliza la clásica decoración caligráfica, en concreto escritura cursiva y cúfica, en la que se pueden leer, además de las palabras de Zawi ben Zirí (fundador de la dinastía nazarí): «sólo Dios es vencedor», poemas de distintos poetas de la corte. El elemento decorativo más utilizado por los arquitectos granadinos será el ataurique, o decoración vegetal, y, en menor medida, la lacería y las redes de rombos.

En la Alhambra se emplea un tipo de columna propio que no aparece en ninguna otra construcción. Es una columna de fuste cilíndrico muy fino, con una base que presenta una gran moldura cóncava, y adornada por anillos en su parte superior. El capitel, dividido en dos cuerpos, presenta en el primero, en forma de cilindro, una decoración muy sencilla y sobre él un prisma con los ángulos de la base redondeados, decorado de ataurique.Uno de los elementos decorativos más impresionantes utilizados es la bóveda de mocárabe, que está compuesta por celdillas o alveólos superpuestos, destacando por su Hermanas.

Podemos distinguir tres zonas independientes en el Palacio Real: el Mexuar, que corresponde a la parte semipública del palacio o selamlik, donde se realizaba la administración de justicia y el despacho de asuntos de Estado; el Palacio de Comares, que constituía la residencia oficial del rey y el Palacio de los Leones, que era la zona privada del palacio, donde se encontraba el Harén.

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Patio de los Leones

Es difícil saber cómo se construyó originalmente el Mexuar, ya que las muchas restauraciones y reconstrucciones que se han realizado hasta nuestros días nos impiden saber cómo eran sus aposentos, aquellos que no se encuentran en ruinas. Según las citas del poeta Ibn Zamrak, podríamos decir que pertenecería a los primitivos alcázares nazaríes. Tanto las reformas realizadas tras la ocupación cristiana como la explosión en 1590 de un polvorín en el valle del Darro que causó enormes destrozos, han producido grandes modificaciones en la distribución y la comunicación, por lo que es difícil saber cómo era originalmente. Realmente, lo único que queda del conjunto de aposentos, situados junto a la torre de Mohamed I, es la nave oriental, que es a lo que llamamos en la actualidad «Mexuar», que tampoco se ha mantenido a salvo de reconstrucciones cristianas, y la galería y Torre de Machuca, así llamada por haber sido vivienda de los arquitectos Pedro y Luís Machuca durante la construcción del Palacio de Carlos V.

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Como ejemplo de lo indicado con anterioridad, el exterior de los muros de la sala del Mexuar ha sufrido tantas modificaciones que no se sabe cómo eran originalmente. Encontramos cuatro columnas en el centro de la sala, con ménsulas de mocárabes. Sobre la cenefa de yeso existente se puede leer: «Todo lo que poseéis procede de Dios». El techo, de época cristiana, es un alfarje con decoración de lacería. La pared, en su parte alta, está decorada con yeserías, dorados y pinturas, mientras los zócalos son de alicatados de azulejos, y presentan el lema de los Alamares, el escudo de Carlos V y las armas de los Mendozas, ya que don Iñigo López de Mendoza, Conde de Tendilla fue nombrado Alcaide por los Reyes Católicos; también podemos encontrar unos tableros con las columnas de Hércules y una orla de lazos moriscos del siglo XVI.

Al fondo de la sala encontramos una habitación que era utilizada por el monarca para reunir al consejo y dar audiencia. Cuando el rey no se encontraba en palacio era el Cadí, en la sala adjunta, el que oía a los negociantes.En su puerta, un azulejo de la pared reza: «Entra y pide. No temas de pedir justicia que hallarla has». Posteriormente, alrededor de 1632, estas salas se convirtieron en capilla cristiana, y se construyó un coro.

Cuando Mohamed V sucedió a su padre Yusuf I, no se limitó a terminar las reformas que éste había comenzado, sino que comenzó a construir lo que sería su gran obra, el magnífico legado que nos dejó en la Alhambra: el Palacio de los Leones. Este palacio constituía las estancias privadas de la familia real, y se construyó en el ángulo que forman los Baños y el Patio de los Arrayanes.

En este palacio el arte nazarí alcanza su máximo esplendor, en el que se alcanza una belleza de una sensibilidad y armonía incomparables, donde la luz, el agua, el colorido, la decoración exquisita, convierte a este palacio en un maravilloso placer para los sentidos, en el que se deja atrás el periodo anterior de decoraciones más abstractas y geométricas para dar paso a un estilo más naturalista, sin duda influjo de lo cristiano, acrecentado por la amistad que mantuvieron Mohamed V y Pedro I, el Cruel, por aquel entonces monarca cristiano.

El palacio está compuesto por un patio central rodeado de galerías de columnas a modo de claustro cristiano, que permite el acceso a distintas salas: al oeste la de los Mocárabes, al este la de los Reyes, al norte la de Dos Hermanas, Ajimeces y Mirador de Daraxa y al sur la de los Abencerrajes y el Harén.

La Sala de los Embajadores es la sala más majestuosa de palacio, donde se encontraba el trono y se realizaban las recepciones oficiales.La sala comunica con la Sala de la Barca por un doble arco. Es una sala cuadrada, de 11,30 de lado por 18,20 de altura, que tuvo suelo de mármol, aunque hoy día es de losetas de barro, en el que se observa en el centro el escudo de los Alamares, realizado en azulejos en el siglo XVI. Las demás paredes de la sala presentan cada una tres arcos que dan a tres camarines abiertos en el espeso muro de 2,5 metros de grosor, con balcones gemelos y ventanas encima.

La cámara central, es la de mayor riqueza en cuanto a su decoración. Junto a la inscripción anterior del alfiz, encontramos un artesonado de lazo que cubre el interior de la cámara, que está rodeada por un zócalo de alicatado, adornado con yeserías. La sala está rodeada por un zócalo de piezas vidriadas formando figuras geométricas, sobre el que podemos admirar una bellísima decoración de atauriques recubriendo la pared, combinando elementos geométricos y vegetales con gran armonía, rematada por una cornisa de mocárabes pintados.

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