África austral: tierra bantú

El término bantú abarca más de cuatrocientas tribus de pueblos melanoafricanos, que hablan lenguas bantúes. Todas ellas viven al sur de una línea que va desde Duala, en Camerún, hasta la desembocadura del río Yuba, en Somalia, alcanzando hacia abajo el punto más sureño del continente africano. La razón principal de que el territorio lingüístico-cultural bantú sea tan extenso se fundamenta en un proceso históricamente conocido como expansión bantú, que se originó en el área centro-occidental de África hacia el s. V, y que duró más de mil años.

bantú
© Asier Reino – Canon 5D MkII Canon EF 100-400 f4.5-5.6 L IS USM (310mm, f14) 1/100, ISO160

Texto y fotos: Asier Reino

En África, tal como sucedió en otras partes del mundo, hubo varias expansiones de pueblos agrícolas. La agricultura ha propiciado históricamente mayores densidades de población y sociedades jerárquicamente más complejas que las de los cazadores-recolectores. Esas sociedades tenían la capacidad de intensificar su producción y, por tanto, eran más susceptibles de crecer en términos demográficos. Los bantúes, netamente agricultores, comenzaron a extenderse desde las actuales Nigeria y Camerún que es donde se establecen los orígenes de su cultura. En varias y sucesivas oleadas, fueron ganando terreno de forma progresiva hacia el este y el sur de África, ocupando poco a poco una extensión de tierra cada vez mayor. Aunque es cierto que los bantúes no son un grupo étnico uniforme, y que hay muchas diferencias entre ellos, siendo múltiples en sus tipologías físicas y sociales, lo cierto es que, además de la indudable realidad lingüística común que les une, la antropología física y la genética han demostrado que son, en realidad, bastante homogéneos, debido a lo reciente de su expansión, es decir, al poco tiempo que ha transcurrido desde ella, que no ha permitido que se desarrolle todavía una diversificación genética y lingüística de dimensiones considerables.

bantú
© Asier Reino – Canon 5D MkII Canon EF 24-70 f2.8 L USM (35mm, f3.5) 1/80, ISO100

Los bantúes se fueron imponiendo a grupos de otros orígenes, con genética y lenguas marcadamente diferentes las suyas. Los desplazados fueron principalmente pueblos sudánicos, khoisán, y pigmeos, que se fueron apartando hacia las peores zonas del territorio, donde han sobrevivido básicamente como cazadores-recolectores, manteniendo solamente tímidos contactos con los agricultores bantúes. Éstos, además, continuaron creciendo de forma más acelerada, principalmente gracias al cultivo de ñame y a que sus proteínas animales procedían del pescado, ya que en la región central de África la presencia de la mosca tsé-tsé, que mata al ganado, les había educado en la dificultad de tener en la ganadería un sustento de primer orden. Ya en el período situado entre los s. XIII y XV empezaron a emerger en la parte sur del continente estados bantúes que tenían cada vez mayores dimensiones y entidades cada vez más potentes.​ En la región de los Grandes Lagos, por ejemplo, en el límite sur de la sabana centroafricana, y sobre el río Zambeze, los reyes del estado de Monomotapa construyeron el complejo del Gran Zimbabue, una autentica potencia para la época. La formación de estados de ese tipo se incrementó todavía con más fuerza a partir del s. XVI. El fenómeno se debió, de nuevo, a que los bantúes alcanzaron densidades de población cada vez más altas, lo que les llevó a establecer divisiones del trabajo cada vez más especializadas, entre las que surgió una clase militar, que cada fue cobrando más fuerza.

bantú
Canon 5D MkII Canon EF 100-400 f4.5-5.6 L IS USM (250mm, f20) 1/125, ISO320

En el s. XVIII el Gran Zimbabue dejó de ser el gran imperio comercial que hasta ese momento había sido, y los pueblos bantúes se lanzaron a la conquista del sur profundo, completando en ese mismo siglo la colonización del área más meridional de África. Ya en ese momento se establecieron dos grupos dominantes en una extensa zona que quedó dominada casi completamente por los bantúes: los nguni, con los xhosa, los zulú, y los swazis como principales exponentes, y los sotho-tswana, que se quedaron como mayoritarios en el interior de la meseta. Y esa misma es, en cierto modo todavía hoy día, la distribución étnica más generalista que se puede hacer sobre esa apasionante zona africana en la que conviven tres países, Sudáfrica, Lesoto y Suazilandia, todos ellos poblados de forma mayoritaria por gentes de origen bantú. Para poder comprender las peculiaridades principales de esos cuatro grupos dominantes, y empaparse de la esencia común que los define, el viaje más recomendable por esa parte del planeta debe trazar una ruta, centrada en la parte este, que pase por los tres diferentes estados, para así poder profundizar en esa amplia realidad cultural que exhibe el territorio.

bantú

Partiendo de Johannesburgo, donde hay muchas cosas interesantes que ver y hacer, y enfilando para empezar hacia las míticas e imponentes montañas Drakensberg, la primera parada obligada debe ser a las puertas del sobrecogedor paso fronterizo del Sani Pass. Allí, un magnífico hotel, el Premier Hotel Sani Pass, sirve de lujosa base antes de afrontar uno de los cruces de frontera más espectaculares de todo el planeta, enclavado en un marco incomparable, a 2.500 m de altitud. Al otro lado espera Lesoto, un pequeño reino africano, algo menor en superficie que Suiza que, totalmente rodeado por Sudáfrica, es un auténtico desconocido, incluso para la gran mayoría de los viajeros. En él, la cultura de los sotho todavía se conserva en un estado de pureza tan verdaderamente destacable, que no deja indiferente.

© Asier Reino – Canon 5D MkII Canon EF 100-400 f4.5-5.6 L IS USM (120mm, f7.1) 1/800, ISO500

Situado en plena cordillera Drakensberg, Lesoto es el país que tiene el punto más bajo más elevado de la tierra, nada más y nada menos que a mil cuatrocientos metros sobre el nivel del mar. De esa forma, sus escasos dos millones de habitantes se distribuyen entre montañas, rodeados de acantilados, cascadas y preciosas cumbres nevadas, en medio de un clima que a menudo hace pensar que uno no se encuentra en África. Junto a la aduana, y con una vista privilegiada de las cimas de la cordillera, un curioso hotel, el Sani Mountain Lodge, situado a escasos pasos del control de pasaportes, acoge a los viajeros en un ambiente casi de estación de esquí, sirviendo de punto de encuentro entre turistas y comerciantes. Su agradable bar, que presume de ser el más elevado de todo África, es un lugar perfecto para degustar una Maluti, la cerveza nacional de Lesoto. Gracias al reducido tamaño del país, unos pocos días bastaran para recorrer todos sus atractivos, entre los que cabe destacar su capital, Maseru, caótica y desordenada, pero muy interesante, y Malealea, a dos horas al suroeste de la capital, que es en realidad el destino turístico por excelencia dentro de Lesoto. El pueblo es un ejemplo de turismo inclusivo, en el que la comunidad al completo se dedica a los viajeros. En él, el Malalea Lodge, un antiguo puesto de aduanas reconvertido en hotel, restaurante y centro turístico, es el corazón de la comunidad.

© Asier Reino – Canon 5D MkII Canon EF 100-400 f4.5-5.6 L IS USM (105mm, f16) 1/125, ISO320

Una vez explorada la cultura sotho, la ruta recomendada se adentra en Sudáfrica y, bordeando su costa este, comienza un peregrinaje rumbo al norte, recorriendo interesantes lugares como Durban o Santa Lucía, antes de profundizar en otra realidad, la zulú, que aunque un poco desdibujada por los altos niveles de desarrollo del país de Mandela, es todavía muy apreciable en lugares como el Endomeni Lodge, donde el contacto con la vida salvaje, esencial para las culturas de la zona, cobra mucha importancia. Guepardos, leones, búfalos y un sinfín de cérvidos, todos ellos fácilmente apreciables en el cercano parque natural Hluhlluwe IMfolozi, sirven de aperitivo para lo que vendrá a continuación, en el otro pequeño reino, el de Suazilandia, donde la cultura de los suazi, al igual que la de los sotho en Lesoto, se mantiene con unos niveles de pureza y autenticidad realmente admirables.

© Asier Reino – Canon 5D MkII Canon EF 100-400 f4.5-5.6 L IS USM (235mm, f18) 1/200, ISO400

Con apenas 17km2 de superficie, Suazilandia está rodeado también, en su mayor parte, por Sudáfrica, aunque casi toda su franja oriental limita con Mozambique. El país es, en realidad, una mota de polvo en el África austral y, al igual que Lesoto, un reducto bantú que ha sobrevivido casi de forma milagrosa. A pesar de su pequeña extensión cuenta con cuatro regiones geográficas absolutamente diferenciadas: las tierras altas, a una media de mil trescientos metros de altitud, las colinas y valles, a setecientos metros de media, las tierras bajas y la Cordillera Lebombo, situada en el sudoeste, cada una de ellas con un clima diferente. Con poco más de un millón de habitantes, el país concentra en muy poco terreno casi toda la diversidad animal de África, razón por la cual atrae a viajeros que huyen de las masificaciones de las reservas naturales de otros países de la zona. Parques como Mlilwane e Hlane, donde es realmente fácil observar a los rinocerontes, y otros grandes, a escasos metros de distancia, o lugares como el Forester Arms de Mbabane, o el Mantenga Lodge, donde la cultura suazi se respira en cada uno de sus rincones, en medio de una exuberante naturaleza, justifican ya por si solos la incursión en ese pequeño y extraño reino bantú, de ambiente misterioso.

© Asier Reino – Canon 5D MkII Canon EF 100-400 f4.5-5.6 L IS USM (260mm, f32) 1/100, ISO250

Tras ello, se hace necesario regresar a la más desarrollada y moderna realidad sudafricana, para tratar de establecer comparaciones y seguir empapándose de cultura zulú y xhosa, en lugares como Pilgrim´s Rest, un antiguo y fascinante reducto minero, o en las inmediaciones del grandioso Kruger, donde lo más recomendable es alojarse en una reserva privada, ya que el contacto dentro de ellas con la vida salvaje, es mucho más cercano que el que se puede llegar a tener dentro de ese inmenso parque. En ese sentido, quien esto escribe tuvo recientemente la oportunidad de disfrutar de una inolvidable experiencia dentro de la espectacular Blue Canyon Conservancy de Hoedspruit, donde un establecimiento, el Moditlo River Lodge, supone un auténtico sueño para cualquier viajero al que le guste de verdad la vida salvaje. Lo mismo que el Xanatseni Private Camp ya que los dos alojamientos, ambos con todas las comodidades imaginables, ofrecen un contacto exclusivo y muy especial con esa fauna del África austral que tan importante es para las culturas bantúes.

Y es que en las creencias y la mitología de esos pueblos el universo y los animales son eternos. Y aunque todos los bantúes, mayoritariamente animistas, salvo los grupos cristianizados o islamizados, creen tradicionalmente en un Dios supremo, no suelen describir a ese Dios como el creador de todas las cosas, ya que el universo no tiene principio, ha estado ahí siempre, y los animales son una parte destacada y fundamental de esa realidad todavía más suprema que Dios. La cultura tradicional de la mayoría de los pueblos bantúes incluye, por ejemplo, muchas fábulas protagonizadas por animales antropomorfos que hablan. El personaje predominante de esas leyendas bantúes es la liebre, símbolo de habilidad y astucia. Su principal antagonista suele ser la pícara y engañosa hiena, mientras que el león y el elefante, por regla general, representan el poder y la fuerza. Esa simbología está sujeta a variaciones locales, de forma que en las zonas en las que la liebre es un animal menos común, su papel lo representa el antílope o, como pasa con el pueblo sotho, el chacal. Los zulúes, por su parte, también tienen historias sobre liebres, aunque a menudo, para ellos, el hurón es el animal que asume el papel del protagonista más astuto y audaz. Para todos ellos, xhosas, zulúes, sothos y suazis, uno de los más habituales descontentos que el Dios supremo suele tener hacia los hombres es precisamente a raíz de la mala costumbre de éstos de manipular, corromper o maltratar el mundo natural y la vida salvaje, que para los pueblos bantúes son la parte esencial de ese gran ente eterno que es el universo.

Entradas relacionadas

Deja tu comentario