Chile se ha convertido en un destino único para el turismo dedicado al wellness, donde encontrar un equilibrio saludable entre los niveles mental y físico. La gran cantidad de fuentes termales que posee se encuentran en enclaves naturales únicos y guardan muchas propiedades gracias las zonas volcánicas, las rocas porosas y al agua de la cordillera de los Andes, pudiendo disfrutar de sus propiedades en medio del desierto de Atacama o en la exuberante vegetación Patagónica.
Entre las rutas termales más destacadas se encuentran las de Mamiña, en lo alto de un valle y con vistas a cultivos tradicionales de terrazas escalonadas; las de Puritana, un complejo de 8 piscinas de hasta 33ºC con pequeñas cascadas y pozas graduales; las de la Laguna Verde, en el Parque Nacional Tres Cruces y rodeadas de un espectacular paisaje desértico; las del Plomo, muy cerca de Santiago, con aguas de hasta 37ºC entre rústicos pozones naturales; las del Valle de Colina, a los pies del Volcán San José y con aguas mineralizadas que pueden llegar hasta los 55ºC; las de Huife, dentro de un paisaje precordillerano, rodeadas de bosques nativos y milenarias araucarias; las de Puyehue, en el Parque Nacional homónimo y a orillas del río Chanleufú, a los pies de los Andes y protegidas por bosques húmedos; las de Puyuhuapi, al resguardo de un bosque nativo de lengas y coigües, montañas nevadas y glaciares en medio de los fiordos patagónicos; y las de Polloquere.
Termas de Polloquere
A más de 4 mil metros de altura se encuentra una de las fuentes termales más calientes del país. Aguas color turquesa y una alta concentración de minerales que bordean los 60ºC. Verdaderas piscinas medicinales en el Parque Nacional Lauca, frente a ñandúes, flamencos, patos, vicuñas, alpacas y llamas, entre otras especies, que permiten relajarse observando la singular fauna del lugar.
