Valletta tiene atributos de sobra para configurarse como un destino en sí mismo; por eso una escapada puede convertirse en una experiencia difícil de olvidar. Una vez allí, el visitante descubre una ciudad cosmopolita que guarda los vestigios de antaño y es reflejo de la historia.

Valletta fue construida por el gran maestre Jean Parisot de la Valette en 1566 como asentamiento para los Caballeros de la Orden de San Juan. Es una ciudad “creada por los Caballeros, para los Caballeros”, algo que hoy en día se respira en el ambiente y en cada uno de sus rincones y calles empedradas. Palacios, jardines, albergues de la Orden e iglesias salpican la ciudad mostrando lo que un día fue.

En esta ciudad que bulle de actividad y donde cada rincón es único, el visitante descubrirá un auténtico museo al aire libre que espera ser descubierto a pie, en bicicleta, en coche de caballos o en los taxis ecológicos que recorren sus calles. Y precisamente así, recorriendo las calles, es posible descubrir numerosos edificios históricos, como los antiguos albergues de los Caballeros de la Orden de San Juan, entre los que destacan el de Castilla y el de Provenza, donde se ubica el Museo Nacional de Arqueología.
Bajando por Republic Street, numerosos cafés y puestos de flores de estilo eduardino y alguna cabina de teléfonos roja al más puro estilo británicodan paso a la joya barroca que representa la Catedral de San Juan, en la que puede admirarse la obra de Caravaggio “La decapitación de San Juan” y las magníficas capillas que surgen a los lados de la nave central y que representan a cada una de las lenguas de la Orden. Otros edificios emblemáticos son el Palacio del Gran Maestre, que actualmente acoge la Cámara de Representantes maltesa, y las oficinas del presidente de la República, cuyo museo de armaduras traslada al visitante a épocas pasadas.
Y por si esto no fuera suficiente, palacetes como la Casa Rocca Piccola –propiedad de una familia de la nobleza maltesa–, que está abierta al público y ofrece visitas guiadas por el propio barón Nicolás de Piro. Y de palacios a fortalezas: el Fuerte St. Elmo aloja el Museo de Guerra y la Academia de Policía, y ofrece una vista única del Gran Puerto, solo comparable a la que se tiene desde los Jardines Upper Barrakka, creados en tiempo de los Caballeros para su esparcimiento y descanso.

Establecimientos tradicionales como la heladería Italianate o el Caffe Cordina son iconos en la ciudad y punto de encuentro obligado. En contrapartida, el punto más cosmopolita lo ponen los muelles, conocidos como Valletta Waterfront, ubicados en el Gran Puerto, al abrigo del Fuerte St. Angelo, donde se aglutina la más completa oferta de ocio de la capital con numerosos restaurantes, tiendas y locales para disfrutar de una copa.





