La época navideña en Japón se celebra de una forma especialmente tradicional. El mes de diciembre, Shiwasu, según su denominación japonesa antigua, es el mes de preparación de la llegada del nuevo año y está repleto de costumbres y tradiciones.
Las parejas aprovechan la Nochebuena y el día de Navidad para disfrutar de una velada romántica e intercambiar regalos, e incluso es una fecha que muchos escogen para prometerse o la celebran con la familia o amigos, hay gente que elige un menú de la cadena de comida rápida KFC para la cena, donde se aceptan reservas para take away para esas fechas con meses de antelación, una costumbre que comenzó a raíz de una campaña de marketing y se ha convertido en una de las tradiciones imprescindibles durante estos días. Pero sí hay una fecha que sí celebran y cuenta con especial relevancia en el calendario de Japón es Año Nuevo.
Iluminaciones navideñas
Infinidad de luces led de colores y formas inundan las calles japonesas creando impactantes paisajes lumínicos que se convierten en una atracción turística más durante el mes de diciembre. Entre estas obras de arte destacan la que se prepara en Fukuoka, ‘Hikari no Machi HAKATA’, que transforma la plaza en una escena romántica con más de 800.000 luces LED o la que tiene lugar en la ciudad de Hirosaki, en la prefectura de Aomori, donde se vive una segunda «floración del sakura». Durante los meses de primavera son muchos los curiosos que se desplazan hasta esta localidad para contemplar los cerezos en flor, así, de la mano de la tecnología, durante el invierno se puede disfrutar de este espectáculo de belleza inigualable. La ‘Iluminación blanca’ de Sapporo es otro de los escenarios imprescindibles en estas fechas que impresiona a todo aquel que visita la ciudad, al igual que los 100.000 metros cuadrados del Parque de Flores de Ashikaga, en la prefectura de Tochigi, iluminados con más de 5 millones de luces LED.
El nuevo año: preparación y celebración
Tradicionalmente, a partir del 13 de diciembre tiene lugar el susubarai, que consiste en limpiar la casa a fondo para eliminar cualquier suciedad acumulada durante el año. Desde el filtro del aire, las luces o puertas, todo queda pulcro para dar la bienvenida a la divinidad. Una vez limpia, es el momento de colocar las tradicionales decoraciones y preparar la comida, o-sechi para el año nuevo. En los Toshi no ichi, mercadillos de Fin de Año, se encuentra todo lo necesario para recibir el nuevo año como marca la tradición. Según el calendario, desde el 13 de este mes los adornos pueden estar colocados en las casas, hacerlo el 29 y 31 es sinónimo de mala suerte. Así, antes de ese día ya se pueden ver en las casas japonesas el Kadomatsu, hecho de pino, bambú y ciruelo, con gran componente espiritual y representa una señal para mostrar al Dios donde se celebra el Año Nuevo, por lo que se coloca en las puertas; el Shimenawa, de cuerdas de paja, daphniphyllaceae, un daidai (naranja amarga), papel y helechos que indica que la casa ha sido purificada y el Kagamimochi, creado con dos bolas de masa de arroz (mochi) en forma de muñeco de nieve y con un daidai (naranja amarga) en la parte superior.
Otra de las tradiciones que se celebra antes del 1 de enero es escribir y enviar las tarjetas de felicitación del nuevo año, nengajo, a amigos, compañeros de trabajo, jefes o, incluso, a las personas con las que hayan tenido contacto ese año. La cifra de envíos puede alcanzar los 200 por persona, por lo que el sistema de correos de Japón se prepara especialmente para estas fechas y se encarga de almacenarlas para repartirlas el primer día del año. Además de los nengajo, también es parte de la tradición hacer unos regalos a aquellas personas que han sido de apoyo durante el año, estos son los o-seibo y muestran gratitud hacia quienes lo reciben.
Una vez preparados para recibir el año, comienzan las celebraciones que, dependiendo de la región y creencias, se extienden desde el 1 hasta el 20 de enero, siendo las más importantes del 1 al 3. En el omisoka, la celebración del día 31, las familias se reúnen y cenan toshikoshi-soba, los fideos de las campanadas, relacionados con una vida longeva, y debe terminarse antes de que los templos budistas hagan sonar 108 veces sus campanas a las 12 de la noche. Conocido como joya no kane, representan las 108 pasiones terrenales que se deben dejar atrás. Llegado el primer día del año, en las mesas japonesas no falta el o-sechi ryori, diferentes ‘cosechas o fortunas’ del mar, de la montaña y del campo, dispuestos en bandejitas. Todos tienen su propio significado, los langostinos propician una vida larga por su espalda doblada y sus bigotes largos y las castañas amarillas desean prosperidad económica. Eso sí, antes de preparar esta comida, se hace una ofrenda a los dioses.
Ya entrados en el nuevo año una de las primeras visitas obligatorias para las familias japonesas es el hatsumode, acudir al templo para pedir buena suerte para el año que entra. Otra de las tradiciones del país es el hatsuhinode, contemplar el primer amanecer del año, por ello muchos se desplazan por la noche a la montaña para verlo desde el punto más alto. Dos puntos conocidos son el monte Takao, cerca de Tokio y las rocas de Meoto-Iwa, en la prefectura de Mie. Para los japoneses, el primer sueño del año, el hatsuyume, determina la suerte de los próximos 12 meses.
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