Sol y playa, un interior de altura, naturaleza, ocio, fiestas y cultura la convierten en un destino irresistible para disfrutar en cualquier época del año.
Hablar de la Costa Blanca es hablar de luz, de mar, de descanso. De paseos por las callejuelas de cascos antiguos pintados de blanco. De aroma a cítricos, almendras, olivos, cereales y cerezas. De parajes únicos marcados por el azul pero también por las montañas que se asoman a él y los valles que guardan sus cultivos escalonados. De historia y arquitectura monumental.Desde Denia hasta Pilar de la Horadada, en la costa o en el interior, se puede descubrir toda esa riqueza en ciudades con siglos de historia, bellas localidades que conservan la esencia de los pueblos mediterráneos, municipios donde disfrutar de la tradición rural o modernas y animadas urbes que exhiben una intensa vida nocturna.
La descubrimos en pueblos como Adsubia, dominado por el color blanco de sus casas y las curiosas formas en los remates de los aleros de las tejas, o Agost, municipio de fuerte tradición alfarera y cerámica. Subiendo a Agres y estableciendo una comunicación directa con la naturaleza desde sus privilegiados accesos a la cercana Sierra de Mariola o acercándonos a la historia y vida del municipio de Aigües, famoso por sus yacimientos de aguas con propiedades medicinales y su balneario del s. XIX.También en los puentes que salvan los ríos, ramblas y barrancos que definen a la ciudad de Alcoy en donde tiene lugar la ya conocidísima fiesta de moros y cristianos.En el pequeño municipio de L´ Alquería d´Asnar, en el que merece la pena pasear por su casco antiguo y degustar la variedad de licores de hierbas en los barecitos del lugar.
En las dos encantadoras placitas de Alfafara, de donde no hay que irse sin apreciar alguno de los tres platos típicos elaborado a base del aceite que producen: «pericana», «mulladors» y «espencat», y en el municipio de Mutxamel, lugar de veraneo para los capitalinos, que edificaron casonas nobles como la del Conde de Montemar o el Palacio de los Peñacerrada. En el magnífico conjunto arracimado del Casco Antiguo de Altea, paraíso de artistas y artesanos por su encanto especial, y en Banyeres de Mariola y sus magníficos ejemplos de arquitectura medieval. A su vez, también están las impresionantes fuentes y cascadas de Callosa d´en Sarriá y en el típico pueblo de montaña de Benifallim, con casitas blancas de una planta, calles adoquinadas y macetas escoltadas por verjas de hierro. En Benichembla, uno de pueblos más recónditos de la provincia de Alicante y el primero del Valle del Pop en el que nos encontramos con la agricultura típica: viña, naranjos y antiguos rius-raus donde se secaba la uva pasa que se embarcaba por Dénia a toda Europa. En las pintorescas excursiones que pueden hacerse en Benimarfull, como la que va a la Fuente de la colina de L´Albacar o la del Barranco del Sofre.
En Benissa y su blanca Iglesia, denominada la Catedral de la Marina Alta. En el típico pueblo de montaña que es Biar, que conserva un urbanismo insólito y geométrico alrededor de su castillo, con un casco antiguo muy bien rehabilitado. En lugares que se conservan exactamente igual que hace cincuenta años, como es el caso de Bolulla, donde volvemos a la agricultura, a las casas apiñadas y a la tranquilidad, o en Callosa del Segura, que mantiene su estructura medieval musulmana y joyas arquitectónicas como la Iglesia Arciprestal de San Martín, declarada Monumento Nacional en 1980 y uno de los ejemplos de arte gótico y renacentista más notables de la provincia.
La seguimos descubriendo en lugares como Calpe, donde, quizás atraídos por la majestuosidad del Peñón de Ifach, han veraneado escritores como Hemingway. En la emblemática imagen que forman el esbelto campanario exento y el túnel de acceso al casco antiguo de Castell de Guadalest, ambos situados en una mole granítica de soberbia estampa.
En las viviendas cueva excavadas en las laderas de los barrancos de Crevillent. En enclaves muy ligados al mar, como Santa Pola, cuyo puerto pesquero es uno de los más importantes de todo el Mediterráneo, la turística Dénia, con uno de los puertos deportivos más grandes de la provincia, la privilegiada zona de El Campello, con sus calas apacibles, y Villajoyosa.
Por supuesto, esa riqueza está en las más de 300.000 palmeras del Palmeral que rodea Elche, convertido enPatrimonio de la Humanidad, en las «Dunas de Guardamar», declarado Espacio de Interés Natural, y en el importante patrimonio artístico de Orihuela, que atesora cinco monumentos nacionales y nueve declarados Bienes de Interés Cultural.
También en la artesanía de esparto y palmito de Gata de Gorgos, en las jugueteras poblaciones de Ibi y Onil y en la turronera Xixona. En las casas encaladas de Jávea y en Monforte del Cid, muy visitado por su uva, sus romerías y peregrinaciones al santuario de San Pascual y la Virgen de Orito. Monóvar es conocido por ser la cuna del gran escritor Azorín, Murla por ser la capital de la pelota valenciana y Pinoso por su importantísimo yacimiento de salmuera.
En Planes se conserva uno de los mejores ejemplos alicantinos de población medieval, mientras que Sagraguarda la tipología urbanística musulmana con calles retorcidas y estrechas rodeadas de un campo siempre verde y naranja que huele a azahar. La sal y la mar son los elementos indisolubles que han marcado la historia de Torrevieja, con unas salinas que se sitúan como las más importantes de Europa por su productividad. Es recomendable el paseo por el conjunto histórico-monumental “Eras de la Sal”, que, cada mes de julio, celebra su Certamen Internacional de Habaneras y Polifonía, declarado de Interés Turístico Internacional.
La capital de la Provincia, Alicante, merece una mención especial. Desde 1957 los más de seis millones y medio de teselas rojas, negras y crema de la Explanada forman la imagen más emblemática de la ciudad. Este paseo transcurre paralelo a su fachada marítima y es la zona más concurrida. En uno de sus extremos se encuentra la Playa del Postiguet y en el otro el Parque de Canalejas, y junto al mismo, la Lonja del Pescado, convertida en la mejor sala de exposiciones de Alicante. El otro elemento que define Alicante es su castillo, denominado de Santa Bárbara. Para el paseante tranquilo e interesado por el arte merece la pena recorrer las calles del casco antiguo, y también hay que subir al barrio de Santa Cruz, lleno de casas de vivos colores y geranios enmacetados.
Lo mismo sucede con Benidorm, destino de relevante importancia que desde hace años mantiene su liderazgo como centro turístico por excelencia por la cantidad de recursos que ofrece, por su variada oferta de ocio y por la calidad de sus hoteles. La playa de Levante, que se extiende desde el Casco Antiguo hasta el Ricón de Loix, es la que concentra el mayor número de bañistas. Y entre la Playa de Poniente y el Barrio Antiguo se encuentra una pequeña calita conocida como la playa del Mal Pas, a la que se accede desde el puerto. El centro histórico se sitúa alrededor de la punta Canfali, imagen emblemática de Benidorm con su balaustrada de piedra blanca y su mirador. La ciudad es, además, centro de ocio y diversión, contando con gran cantidad de servicios para el turismo de todas las edades, parques temáticos y ocio nocturno.A pocos kilómetros de aquí, junto a Guadalest, nos llama la atención Benifato, paradigma de la vida de pueblo en plena naturaleza y lugar ideal para descansar y realizar excursiones por sus caminos y sendas. Su centro urbano es de tipología árabe con curiosas fuentecitas de colores ubicadas en pequeñas plazas a las que se accede por estrechas y empinadas calles.
Playa…y mucho más
Si durante décadas el reclamo fundamental de estas tierras ha sido el clima privilegiado y los más de 200 kilómetros de costa de aguas tranquilas y arenas suaves, hoy son sus recursos naturales y culturales los que atraen a quienes buscan algo más que unas vacaciones de sol y playa: cuevas, humedales, parques naturales, saladares, senderos y cordones dunares, yacimientos arqueológicos, castillos, fortalezas, iglesias y palacios, construcciones populares como las masías, neveros, acequias, aljibes o lavaderos…Y también la contundente variedad y calidad de una oferta de ocio que cuenta con parques acuáticos, safaris, acuarios, ferias de artesanía y actividades como senderismo, cicloturismo, escalada, bicicleta de montaña, barranquismo, puenting o vuelos en globo. Una oferta global tan amplia y variada que cuesta desperdiciar un minuto.
Las condiciones climáticas, la orografía y la red de albergues y casas rurales hacen del interior de la provincia un marco incomparable para la aventura. Parques y Reservas Naturales que sumergen al visitante en un mundo de pura naturaleza, de diversidad biológica y de gran riqueza paisajística. Sierras como las de Mariola y el carrascal de la Font Roja en la comarca de L´Alcoià. Humedales como el Marjal de Pego-Oliva, el Hondo de Elche, las Salinas de Santa Pola o las Lagunas de La Mata-Torrevieja. La mejor forma de acercarse a todos ellos y poder contemplar la riqueza del auténtico paisaje mediterráneo es a través de alguno de los cientos de magníficos senderos, calzadas, antiguos caminos o Vías Verdes que discurren por la región. Tibi, por ejemplo,es un pueblo pequeño y tranquilo de casas blancas enclavado entre el Maigmó, «el balcón de Alicante», y la Peña Roja. Su situación geográfica lo hace muy interesante para el turismo de montaña que busca el sendero y la tranquilidad. En los sotos de Bigastro también puede hacerse senderismo y cicloturismo, al igual que en Castalla, especialmente hacia el paraje del «Xorret de Catí». Los más aventureros pueden optar por el Parque Natural del Peñón de Ifach o por la Sierra de Oltà, las salinas de Calp o los senderos Voramar.
Jávea es otro auténtico paraíso por su encanto natural, que se extiende desde el Cabo de San Antonio hasta la bella cala de la Granadella, pasando por el espectacular Cabo de la Nao. La mejor manera de conocer su litoral es realizando la ruta de los miradores, 15 balcones desde los que se puede disfrutar de privilegiadas vistas panorámicas. Pero sin duda uno de los más bellos parajes es el que nos ofrece el pintoresco municipio de La Vall de Laguar. Nos referimos al sendero de pequeño recorrido conocido como “la Catedral del Senderismo”, que nos lleva al espectacular Barranc de l’Infern: formado por el río Girona y con nueve kilómetros de longitud, se encaja en un largo y estrecho pasadizo cuyo camino es una impresionante escalera de piedra en forma de zig-zag.Las cuevas son otra de las formaciones geológicas más espectaculares. De obligada visita son las de La Marina Alta por su gran valor geológico. En el municipio de la Vall d’Ebo nos encontramos con la “Cova del Rull”, con 220 metros de galerías. A pocos metros, en el pueblo de Benidoleig, la Cueva de las Calaveras nos ofrece un recorrido de 400 metros de estalactitas, estalagmitas y cúpulas de más de 50 metros. Y en Busot, las Cuevas de Canelobre muestran un interior similar al de una catedral y rocas con formas sorprendentes similares a animales y candelabros.
En la Marina Baixa nos encontramos con las dos cimas más altas de toda la provincia: la de Aitana (1.558 m) y la del Puig Campana (1.436 m), rodeadas de montañas y valles que albergan pequeños y encantadores pueblos como Sella, conocido por los amantes de la escalada y el senderismo, o Benifato, puerta de entrada a la mencionada Sierra de Aitana. El pantano del pintoresco municipio de El Castell de Guadalest es de obligado paso en las rutas senderistas que se realizan por la zona, mientras que la Sierra del Maigmó constituye uno de los grandes pulmones verdes de la provincia de Alicante y alberga una de las montañas más altas de la Comunidad Valenciana, el Maigmó, desde donde se puede contemplar una de las vistas más espectaculares de la costa alicantina.
Para quienes prefieran los deportes náuticos, la oferta es amplia y variada. Los más de 200 km de costa salpicada por acantilados, playas y calas recoletas, y la benignidad del clima, que permite la práctica de actividades acuáticas prácticamente todo el año, suponen un atractivo muy importante para quienes ven en el mar un escenario de diversión y relax. Además, los 25 puertos deportivos y los más de diez mil amarres hacen de la costa alicantina una de las provincias españolas que cuenta con el mayor número de este tipo de instalaciones, muchas de ellas reconocidas con banderas azules por las excelentes condiciones ambientales y por los servicios que ofrecen. Vela, surf, kitesurf, esquí acuático, windsurf en Santa Pola, el Albir y la oriolana playa de la Zenia, motos acuáticas, piragüismo, remo, excursiones en catamarán desde Dénia a Alicante, pesca deportiva en la zona de Altea… son algunas de las modalidades que se pueden practicar.
Pero también bajo la superficie hay sorpresas, las que deparan unos fondos marinos especialmente ricos y bellos. L’Illa de Benidorm y las Reservas Marinas del Cabo de San Antonio y Tabarca son entornos idílicos para los amantes del buceo, que encuentran aquí un verdadero paraíso de fauna y flora marina. En el medio natural sumergido de Calpe destacan escarpados fondos rocosos, densas praderas de Posidonia oceánica y extensos fondos arenosos en los que abundan especies de fauna y flora, así como diferentes paisajes submarinos formados por cuevas, arcos y grutas. Benitachell es otro escenario perfecto para el submarinismo, con impresionantes cuevas, grutas y paisajes marinos.
Es toda esta rica oferta cultural, paisajística y medioambiental, unida a un privilegiado enclave y un casi perpetuo clima primaveral, lo que hace de la Costa Blanca un destino ideal para disfrutar en cualquier época del año.