Como todos los últimos miércoles de agosto, miles de personas llegan esta semana a Buñol, en Valencia, para darse un terapéutico baño de tomate en uno de los festivales más pintorescos del país: La Tomatina. Se dice que esta tradición, que durante una hora tiñe de rojo este pueblo de alrededor de 10.000 habitantes, tiene sus orígenes en una pelea local, y se ha vuelto tan popular que este año celebra ya su 75.ª edición.
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