Ciudades coloniales de Cuba

Cuba se distingue por la conservación de su patrimonio. Sus primeras siete villas esconden atractivos turísticos, históricos y culturales que animan a conocerlas. Los bayameses han conservado, desde siempre, la tradición de transportarse indistintamente por antiguos coches de caballos, a la usanza colonial.

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BARACOA

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Situada a los pies de una limpia bahía, Baracoa es ciudad de calles sinuosas, animada y caribeña, pero no busques una gran ciudad colonial de imponente arquitectura con  amplias avenidas y plazas.

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En ella descubrirás el encanto de una villa que conserva su esencia provinciana más pura, la exuberante naturaleza circundante donde se unen montaña, río y mar  para ofrecer una de las vistas más esplendidas que podamos imaginar, unida a una flora y una fauna únicas.

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La huella aborigen está en los más de 60 sitios arqueológicos que esconde. En la iglesia Mayor se exhibe la Cruz de la Parra, la única que sobrevive a las 29 que plantara Cristóbal Colón en las tierras de América y cuya autenticidad ha sido probada científicamente.

BAYAMO

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Bayamo es la indómita capital de la oriental provincia de Granma, rica en tradiciones e historia y cuna de la nacionalidad cubana por los grandes hitos del acontecer nacional que se desarrollaron allí. Fue capital de la República en Armas cuando los cubanos se alzaron contra el poder colonial, donde se compuso y cantó, al fragor de la batalla, el Himno Nacional; ciudad cuyos habitantes prefirieron incendiarla antes que entregarla de nuevo al enemigo.

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Ciudad declarada Monumento Nacional, de alto interés para el visitante,  además de sus bellas tradiciones Bayamo ofrece la alegre vida cultural de su Casa de la Trova, el Museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes y el Retablo de los Dolores de la Iglesia Mayor, hoy catedral. Aún sobreviven algunas edificaciones de antes del incendio y en su centro histórico está el antiguo convento de Santo Domingo, hoy convertido en una sala teatro.

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Los bayameses han conservado, desde siempre, la tradición de transportarse indistintamente por antiguos coches de caballos, a la usanza colonial.

TRINIDAD

Trinidad es el mayor ejemplo de ciudad colonial cubana que conserva con mejor fidelidad la impronta de su historia. Caminar por las calles y plazas de su centro histórico puede resultar un viaje en el tiempo, tal vez a principios del siglo XIX, cuando la villa prosperaba al calor del boom azucarero que se registraba en la Isla.

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La ciudad conserva, casi inalterados, conjuntos arquitectónicos de gran valor: calles adoquinadas, plazas y plazuelas empedradas, edificaciones cubiertas con tejados de barro, antiguas casonas de puntales muy altos y enormes puertas y ventanas trabajadas en maderas preciosas. Un lugar que no se puede dejar de visitar es la Plaza Mayor.

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A su alrededor se construyeron los palacetes Brunet y Padrón, hoy los museos Romántico y de Arqueología, respectivamente, y mansiones como las de Ortiz y Sánchez-Iznaga, donde actualmente se encuentran instaladas la Galería de Arte y el Museo de la Arquitectura. Muy cerca está la Iglesia parroquial Mayor, exponente del neoclásico del siglo XIX.

SANCTI SPIRITUS

La villa Sancti Spíritus fue levantada en 1514 en la región a la que los aborígenes daban  el nombre de  Magón. En 1522 fue trasladada a su lugar definitivo, en las márgenes del río Yayabo, a unos ocho kilómetros del emplazamiento original.

El despegue económico del siglo XVII posibilitó el surgimiento de una ciudad de serpenteantes calles empedradas, limpia y tranquila, donde bullía la vida con el tono apacible y colorido de las comunidades de provincias. En el XIX se produjo en Sancti Spíritus un boom constructivo, con edificaciones que aún perduran y hablan de su calidad. El puente sobre el río Yayabo es el  único de su clase que sobrevive en el país. Se trata una sólida estructura de cal, arena, y ladrillos, de cinco arcos, declarado Monumento Nacional, y cuenta la leyenda que para mezclar los materiales en vez de agua se utilizó leche de vaca, de ahí que haya resistido tan bien el paso de los años.

 

En uno de los extremos del  puente se levanta el Teatro Principal (1839). En el centro histórico es digna de verse la calle Llano, que partiendo desde esa zona va hasta las orillas del río Yayabo, con sus modestas casas de estilo colonial que han resistido el paso del tiempo. En contraste, algunas casas de las calles Manuelico Díaz y Céspedes se presentan opulentas, recordando la bonanza de los propietarios azucareros de antaño.

También se dice que ésta es la patria de una prenda cubana muy tradicional y famosa: la conocida guayabera.

CAMAGÜEY

Por “ciudad de los tinajones” es como la conocen los cubanos, aunque Camagüey es su nombre oficial. Fue fundada por Don Diego Velázquez entre 1514 y 1515 con el nombre de Santa María del Puerto del Príncipe y ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad recientemente.

Aunque la ciudad ha crecido y es una de las más importantes del país, mantiene intacto un espíritu primigenio que le da en general un porte austero y señorial. Como toda ciudad colonial, el trazado de sus calles a veces semeja un laberinto donde perderse.

El origen de los famosos tinajones que se encuentran por doquier en la ciudad, como elementos eminentemente decorativos, se remonta a su uso de antaño: estos enormes recipientes de barro se usaban para colectar el agua de lluvia que bajaba por los canales de los techos. De la época colonial, son, además, los preciosos enrejados, que aún se observan en las mansiones y las casas con fachadas con guardapolvos.

De su casco histórico se destaca la Plaza de San Juan De Dios (1728). También de ese siglo, la iglesia de la Soledad, la más antigua, la catedral y la iglesia de la Merced, que atesora la pieza de plata mayor que existe en la isla. Se trata de un Santo Sepulcro que se construyó con parte de las 23.000 monedas de ese metal que donara un devoto.

SANTIAGO DE CUBA 

Fue fundada en 1515 y Hernán Cortés fue su primer alcalde. En ella radicó la capital del país hasta 1589, cuando tales funciones pasaron a La Habana. Santiago de Cuba tiene fama, bien ganada, de ser la más caribeña de las ciudades cubanas.

En Santiago se mezclaron como en ningún otro punto de la isla elementos de disímiles culturas que se integraron a la identidad cubana: españoles, africanos, franceses, haitianos, antillanos en general, chinos… En la ciudad funcionan 15 museos y numerosas instituciones culturales de prestigio.

 

A Santiago sus habitantes la llaman con orgullo Ciudad Héroe. Veintinueve generales de las gestas emancipadoras nacieron allí. Aquí sucedió la gesta revolucionaria del 26 de julio de 1953, cuando un grupo de jóvenes liderados por Fidel Castro asaltó el Cuartel Moncada. En el cementerio de Santa Ifigenia reposan los restos de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba.

LA HABANA

La primera fundación de La Habana fue en el año 1515, en tierras ubicadas al sur de su localización actual, hoy ocupadas por el Surgidero de Batabanó. Pero encontró asiento definitivo al norte de la región occidental de la isla, al lado de una bella bahía de bolsa, muy abrigada y conveniente para puerto y asentamientos humanos. En 1519, exactamente el 16 de noviembre de ese año, a la sombra de una ceiba que por allí existía, casi frente al mar, se celebró la primera misa y el primer cabildo, y se declaró fundada la villa con el nombre de San Cristóbal de La Habana.

La Habana, urbe cosmopolita, comunicativa y abierta, es hoy por hoy el principal polo turístico del país. Hoteles para todos los gustos, vida nocturna  y restaurantes con la más variada gastronomía, tanto autóctona como internacional, pueden satisfacer al gusto más exigente. Además, excelentes  playas están a disposición de los bañistas todo el año a escasos minutos de su centro urbano.

La Habana ha sabido conservar, como pocas ciudades americanas, el patrimonio arquitectónico de su pasado colonial, que el viajero no se cansa de admirar. La hoy llamada Habana Vieja, por donde empezó a gestarse la urbe, es uno de los conjuntos arquitectónicos mejor conservados de América: palacios, mansiones coloniales, plazas, calles adoquinadas, iglesias, antiguas fortalezas, viejos muros. Eso sí, La Habana Vieja dista de ser  una pieza de museo, ni se restaura a la manera de un set cinematográfico. Basta recorrer sus calles para descubrir que la ciudad siempre tiene más que ofrecer al visitante.

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