Filipinas celebra la Navidad más larga del mundo: tradición, comunidad y sabor desde septiembre

En Filipinas la temporada navideña comienza el 1 de septiembre, primer día de los conocidos ber months (meses terminados en «-ber»). Este temprano inicio refleja la importancia de la familia, la fuerza de tradiciones centenarias, la profunda religiosidad del país y la costumbre de preparar con antelación los periodos de reunión y celebración.

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Desde principios de septiembre, las radios empiezan a transmitir villancicos, las calles y edificios públicos se iluminan de manera progresiva y las comunidades locales organizan actividades hasta el primer domingo de enero, creando una de las temporadas navideñas más largas y vibrantes del mundo.

Tradiciones que definen la Navidad filipina

La Navidad en Filipinas se vive a través de tradiciones que combinan fe, familia y comunidad. Entre el 16 y el 24 de diciembre se celebra la Simbang Gabi, una novena de misas al amanecer que reúne a familias y comunidades. En Manila, el Centro Cultural de Filipinas organiza celebraciones abiertas al público, mientras que en parroquias urbanas y rurales de todo el país se mantiene esta tradición. Completar la novena se considera un acto de fe que atrae bendiciones especiales en Navidad. Tras las misas, los alrededores de las iglesias se llenan del aroma del bibingka y del puto bumbong, preparaciones de arroz típicas que se acompañan con té de jengibre o chocolate caliente.

La Nochebuena, celebrada después de la tradicional Misa del Gallo, es otro de los momentos más esperados. Ese día la mesa filipina reúne recetas familiares, especialidades regionales y platos tradicionales como el lechón, el hamón (jamón filipino), el kaldereta (estofado de carne), el menudo (estofado de cerdo) o el rellenong manok (pollo relleno). Cada región aporta sus particularidades, como el bringhe en Pampanga o los embutidos de Cebu, reflejando la diversidad y riqueza cultural del archipiélago.

Entre los eventos más emblemáticos destaca el El Festival de los Faroles Gigantes (Ligligan Parul) en San Fernando, Pampanga, que se celebra el sábado previo a la Nochebuena. Maestros artesanos muestran faroles monumentales con miles de luces y mecanismos que crean coreografías luminosas, atrayendo visitantes de todo el país y del extranjero. Estas luces y faroles, conocidos como parol, son también un símbolo omnipresente de la Navidad filipina: tradicionalmente hechos de bambú y papel, representan la Estrella de Belén y decoran hogares, escuelas, plazas y edificios. Hoy, los parol combinan técnicas artesanales con elementos modernos —cientos de luces, patrones en movimiento y diseños únicos de cada región—, conectando la decoración navideña con la identidad comunitaria y los grandes festivales.

Otras ciudades también se suman a las celebraciones: Bacolod organiza desfiles y procesiones iluminadas; Taguig y Cavite ofrecen espacios temáticos con gastronomía, música y actividades culturales; y en Cebu, barrios enteros preparan montajes de música, danza y devociones locales que enlazan con las festividades previas al Sinulog de enero.

Las tradiciones incluyen además representaciones y cortejos como el Panunulúyan, que recrea el recorrido de José y María en busca de posada, y los Pastores, espectáculos de música, danza y vestuario que transmiten la identidad cultural de cada comunidad.

Un escenario histórico para la Navidad

La Navidad en Filipinas adquiere un encanto especial en Intramuros, el corazón histórico de Manila. Iglesias como la Catedral de Manila y San Agustín —inscrita por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad— albergan misas, conciertos y actividades culturales durante todo diciembre. La iluminación de murallas, calles y plazas convierte este enclave en un escenario único para vivir la magia navideña filipina.

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