Muy poca gente puede decir que le gustan las labores domésticas, pero, salvo que sea posible pagar a alguien que se ocupe, son tareas inevitables. Se calcula que pasamos más de 30 horas a la semana a actividades de cuidados y quehaceres domésticos. Limpiar el baño, pasar el polvo o fregar los platos tienen pocos fans, pero la tarea más odiada, con diferencia, es planchar.
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