En un amplio estudio realizado a 60.000 personas durante 3 años en Francia han demostrado los beneficios de una dieta orgánica sobre los riesgos de sobrepeso, obesidad y diabetes 40. Según este estudio, las personas que más alimentos orgánicos consumían tenían un riesgo de sobrepeso que era un 36 % menor en los hombres y un 42 % menor en las mujeres. El riesgo de obesidad se reduciría en un 62 % en hombres y en un 48 % en mujeres.
Además, entre los mayores consumidores de productos biológicos, el riesgo de diabetes de tipo 2 se reduciría en un 31 % 41,42. Esto podría explicarse por el hecho de que ciertos plaguicidas químicos sean disruptores endocrinos relacionados con un incremento en el riesgo de obesidad y diabetes.
En cuanto al cáncer, este mismo estudio concluye que un consumo regular de alimentos orgánicos reduciría el riesgo de desarrollar cáncer en un 25 %. En particular, esta reducción se referiría al cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas (-34 %) y los linfomas (-76 %). Sin embargo, no puede establecerse un nexo causal sobre la base de este único estudio, que tiene ciertos sesgos, por lo que estas cifras deben ser confirmadas por otras investigaciones.
Por último, un estudio publicado en 2022 en la revista Environment International asocia los alimentos orgánicos con una reducción significativa del estrés oxidativo, fenómeno implicado en muchas patologías crónicas (enfermedades neurodegenerativas, ciertos tipos de cáncer, diabetes…) 43. Para los investigadores, estos resultados probablemente estén relacionados con la presencia de residuos de plaguicidas sintéticos en los alimentos convencionales.
Los alimentos orgánicos: ¿la solución óptima para una mejor salud?
No cabe duda de que el consumo de productos orgánicos tiene muchos beneficios para la salud. Sin embargo, estos no se traducen en sí mismos en una solución suficiente para optimizar la salud. Por lo tanto, el consumo de productos orgánicos debe formar parte de una dieta general sana y equilibrada.
Si tomamos el ejemplo de los productos procesados, como las patatas fritas o las galletas, el hecho de que sean ecológicos no excluye que puedan contener niveles excesivos de sal o azúcar, respectivamente. Por tanto, la dimensión ecológica está lejos de ser el único criterio a tener en cuenta, en particular, en lo que respecta a la compra de productos procesados.
Para los productos que se consumen crudos, como frutas, verduras, carnes o lácteos, no parece haber duda de que la elección de los orgánicos es una opción más interesante para la salud.
La etiqueta orgánica europea representa un importante punto de partida para limitar nuestra exposición a los pesticidas, aunque tenga ciertos límites. Otras etiquetas orgánicas más exigentes (pero, a menudo, más caras), representan una opción aún más significativa.
También es interesante acortar los circuitos de producción y venta examinando a los productores locales para conocer sus métodos de producción o crianza. Algunos agricultores optan porque no se les homologue a causa del coste de este proceso, pero aplican criterios que son tan estrictos como la etiqueta orgánica y, en ocasiones, más aún.