Hasta el año pasado, cuando podían elegir, los directivos de las aerolíneas rusas (entre ellas Aeroflot) preferían operar con aviones occidentales. De hecho, su famoso SSJ100, el modelo que tenía aspiraciones de entrar en Occidente –algunas aerolíneas se hicieron con unas docenas de ellos, pero los devolvieron ante los problemas recurrentes–, quedó relegado incluso en Rusia .
Pero ahora no hay alternativas, de manera que Aeroflot, la compañia aérea más grande de Rusia, anunció ayer que va a comprar 300 aviones rusos nuevos, de los modelos Superjet 100, MS-21 y Tu-214.
Aeroflot y United Aircraft Corporation, el fabricante de aviones del grupo estatal Rostec, están a punto de cerrar un acuerdo. La mayor parte del pedido será para aviones de nueva generación (SSJ100 y MS-21), y una parte más pequeña para el Tu-214 .
Esto traslada el problema al fabricante. A principios del mes pasado, el jefe de Rostec, Sergey Chemezov, anunció planes para producir más de 110 aviones de los tipos MS-21, Tu-214 e Il-114 para 2025 y alrededor de 500 aviones de este tipo para 2030. No es fácil por dos motivos: por un lado, antes de esta crisis, los rusos utilizaban elementos claves de tecnología occidental y, por otro, su capacidad productiva estaba muy limitada, entre otras cosas por la demanda que se limitaba a compañías locales y para rutas remotas.
En abril pasado, por ejemplo, se informó que las sanciones contra Rusia ponen en peligro la reparación de los motores Superjet 100. Las aerolíneas que operaban aviones domésticos Sukhoi Superjet 100, de fabricación local, se enfrentaron a la imposibilidad de reparar y mantener los motores SaM146, elaborados por un consorcio ruso-francés.
Por lo tanto estos aviones no tienen ninguna fiabilidad, y el estado y Aeroflot está jugando con vidas humanas, lamentable pero cierto.
